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jueves, 11 de diciembre de 2014

EL BOSQUE DE ESTRELLAS

 
Imagen tomada de la red: http://www.edureptil.com/la-llamada/


 (Esto es más que un cuento, es la leyenda que se ha curtido en mi alma en este tiempo. He descubierto con ilusión la luz y la magia que viven dentro de mí y ahora hay que compartirla con amor y dicha. Dedicado a quienes me aman y amo y especialmente a mi mujer por nunca perder la fe en mí. El amor me ha traido de vuelta) 

No sé cómo llegué a parar en aquel mágico lugar, la sensación era de que los impulsos de mi corazón me habían guiado hasta aquel bosque donde miles de almas parecían sentirse muy a gusto siendo parte de aquel espectáculo de luz y de concordia. De pronto del cielo comenzaron a brotar miles de parpadeantes luces que caían hasta perderse entre las copas de aquellos magistrales árboles que poblaban con diversidad toda la continuidad de aquel espacio y que de alguna forma parecían curiosearme sin sentirme en ningún momento un extraño. La conexión de ellos conmigo era muy interesante, totalmente placentera y respetuosa. En un momento dado los vi agitarse levemente al sentir entre sus ramas a aquellos pequeños cuerpecitos de luz que caían con elegancia del cielo. Parecían esperarlos con ilusión, aunque cada noche ocurriera lo mismo, los sentían como la primera vez mecidos entre sus frondosas ramas. No me lo podía creer y me froté los ojos en varias ocasiones por si todo aquello era parte de un sueño, sin embargo, era más que eso, era mi realidad expuesta a la magia que habitaba un fuero interno. Esta magia se había colado en mis pupilas, en mi alma, en cada huella mía que se iba alejando mientras exploraba cada rincón de aquel bosque. Me sentí rico en salud y en energía y con la sensación de estar siempre acompañado por un silencio que le hablaba con aires ancestrales a mi alma, la cual se crecía instante a instante hasta recibir sus merecidas alas espirituales. Entonces uno de aquellos cuerpecitos de luz cayó de un gigantesco sauce con elegancia sobre mi pecho, pareció elegirme con su baile, y al verlo más de cerca descubrí lo que era en verdad una estrella, un cuerpo celeste. Entusiasmado la acurruqué entre mis carnales manos y ésta llenó de calor y de luz cada poro de mi ser antes de apagarse y desintegrarse definitivamente entre mis manos. Lloré de felicidad al descubrir la belleza que me había sido entregada, el desafío de perder el miedo al apagón, de descubrir de cada pequeño instante el milagro y la luz que nos habita. Se abrió la esperanza sobre mi pecho y su maquinaria comenzó a girar de nuevo latiendo con aires nuevos de salud. Una nueva oportunidad para llenar mi tiempo y el tiempo de los que amo de luz y de amor y desde donde surgirá nuestra propia constelación llena de estrellas con luz propia. Mi misión es clara: encender y nombrar nuevas estrellas en este otro bosque de realidad compartida que en este instante tengo contigo. 
Ven que te cuente... 

Javier Ochoa V.L , 2014 © 
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