LOBO SAGRADO

Imagen tomada de la red

Lobo libre, lobo veloz, espíritu salvaje con hambre de concordia, es noche propicia para renacer tu leyenda, aquella que vuelve al origen de tu creación, a la escultura exacta cuyo tallo principal te colocó en la historia existencial y que desde entonces celebra tu vibración, tu ritmo en la cadena del universo. Se ven tus huellas frescas y profundas acaso caminando por la luna: tu fiel conquista; se escuchan tus resuellos al crepúsculo y se observan tus miradas que son capaces de eclipsar a las propias estrellas; peñascos y colinas recuerdan tus aullidos y son cómplices de la belleza que generas. Con noble lealtad cuidaste desde el principio de los tuyos, tu camada, fiel demostración la tuya, corazón de guardián. Alojada queda la marca en tu señorial pecho que da cabida al portal más ilustrado y envidiado. El bosque agradece tu mágica presencia de ahí ese arrullo que conspira a tu favor con su próspera abundancia. Las escrituras han quedado marcadas en sus santuarios sagrados, la biblioteca que te rodea está viva: camina y respira por sí misma en cada espiral, en cada corteza y hueco y en cada uno de los montículos. 
Sigues aquí, en algún rincón de mi más sagrada noche, amigo lobo. Me acompaña tu sangre en circulación viva, también lo hace tu veloz destreza en mi naturaleza, y tu visión en mi adiestrado horizonte. Quedan mis respetos agradeciendo tu legado y tu noble huella en mi alma. Aullemos juntos una noche más, que el universo sea consciente de este pacto entre tú y yo, de este reconocimiento mutuo. 
Eres una delicia para la consciencia, un deleite para el abrigo de los sentidos.
Lobo libre, lobo veloz, espíritu de concordia, ¡bendita sea tu primitiva naturaleza!.
Danzo ante el fuego sagrado para recordar una y otra vez tu enriquecida mirada y tu voz sagrada que se adentra en mi pecho. 
¡Bendito seas, lobo!
Javier Ochoa V.L, 2015 © 
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